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Quién me mandó venir aquí

11-M: Reflexiones desde el sosiego de seis meses.

Van a cumplirse seis meses desde los atentados de Madrid coincidiendo, no por casualidad, con los tres años del 11-S de Nueva York. Ahora que ha pasado algún tiempo y que nuestros mecanismos psicológicos han podido crear los artificos necesarios para ocultar la confusión y el terror quizá sea un buen momento para hacer algunas reflexiones sobre lo sucedido que me vengo guardando. Más difícil sería exponer aquí los sentimientos.
Fue en aquellos días que nada se parecieron a ningún episodio jamás vivido por mí y creo que por toda mi generación cuando se vieron algunas de las cosas más respetables y más repuganantes que en este país(y creo que en muchos otros) han venido siendo norma. El primer ataque en suelo europeo que se deba en esta ¿guerra? sirvió para crear un sentimiento de unión y solidaridad que en gran medida no era más que una noble forma de apaciguar el miedo en el grupo, pero pronto todo quedó en agua de borrajas, más teniendo en cuenta que quedaban tres días para una selecicones generales que se anunciaban reñidas, y es que los terroristas sabían muy bien cómo y cuándo atacaban. Inmediatamente después de las grandes manifesatciones del 12 de Marzo el país volvió a resquebrajarse de una manera que hacía muchos años no se había visto. Nadie dudó en intentar sacar sus réditos políticos, el gobierno mintió vilmente, la oposición y sus medios tampoco dudaban en mentir vilmente, en medio de todo ello la hipocresía más asquerosa. Mientras Acebes llamaba miserables a todos los que habían tenido que acudir al triste recurso de los medios extranjeros para obtener una información veraz, Rubalcaba enardecía a las masas llamándolas a montar checas. Cuando se daban la vuelta hablaban los dos de unidad y calma. Pronto salieron los que no dudaron en desempolvar sus pancartas de NO a la guerra, y los de Sí a la guerra contra el Islam, mientras tanto las víctimas de aquí, nuestros vecinos, quedaban cada vez más olvidadas. Después de uans elecciones limpias, como teóricamente lo ahn vendio siendo todas desde el 78, surgieron dos calses diferentes de seres repuganantes. Los que con una sonrisa te contaban lo felices que estaban de la derrota del PP o de la retirada de Iraq, cuando con 198 muertos creo que no había ningún motivo para la felicidad. Y por el otro lado los que de nuevo olvidando que habiamos sufrido un ataque terrorista, uno de verdad, no uno de las películas, ponían en duda la legitimidad del nuevo gobierno.
Para mí supuso una agresión directa a nuestra forma de vida, a la misma civilización europea, y desde luego cambió muchos de mis puntos de vista. No puedo comprender que alguien mate a inocentes de un pueblo que se ha opuesto a esa guerra que ellos llaman "guerra contra el Islam" del mismo modo que ahora no puedo entender que se secuestre a dos chicas que están en un sitio para ayudar. Y sobre todo, no entiendo cómo alguien podía pedir paz cuando yo lo que quería era venganza; lo siento pero no soy partidario de poner la otra mejilla. Y mientras, por aquí todo el mundo acusaba de asesino a todo el mundo, o de terrorista, o de amigo de los terroristas, los verdaderos asesinos terroristas habían conseguido su objetivo...confusión, terror y división. Entretanto las víctimas siguen en un segundo plano, detrás de úna lamentable lucha partidista. Sería hermosa la paz, en la que pudiésemos dedicarnos a esas tradicionales luchas de partidos, pero ya no e sposible, ya no hay opción de paz cuando la guerra ha llegado. El 11-M fue en Madrid, tristemente habrá más en otras ciudades de Europa y del mundo. Ojalá me quivoque.

1 comentario

Alkarrian -

Lamentablemente en aquellos teribles días vivimos, como bien señalas, lo mejor y lo peor de la sociedad española. Es cierto que la movilización, y en cierto modo el desquite, contra un gobierno que nos había metido en una absurda y equivocada guerra contra un terrorismo que ha acabado por reforzar, estuvieron en las mentes de muchos de nosotros, pero a mi modo de ver y tratando de no perder el setido de la autocrítica, fueron muchos más oscuros los comportamientos de aquellos que entonces ocupaban el poder que de las personas que por dignidad defendieron su derecho a la información veraz y no a la mentira en las
calles.

Es evidente que el fallido intento de manipulación del gobierno del PP les pasó factura en las urnas, pero lo más triste fue el insulto de sus huestes periodísticas y tertulianas, especialmente de un periódico que poco a poco estaba recuperando ciertas dosis de dignidad como El Mundo, así, como el de sus dirigentes empezando por el mismo Aznar, esta actitud fue una de las cosas más hirientes que yo recuerdo aquellos días. El insulto a la democracia que supuso decir que había ganado el terrorismo la elecciones, el desprecio a nuestro sistema demorático y a la ciudadanía que mucho menos manipulada de lo que se crée fue a votar el sábado en consecuencia con sus criterios.

La cispación social y la polarización del país en dos setores condenados a odiarse acabó enturviendo el gesto de salir todos untos a la calle aquella noche lluviosa y triste del viernes 12. No obstante, yo recuerdo aquella marea humana como la concentración más triste de las que he estado en mi vida y en la qeu se podía respirar el recelo y el odio callado entre aquellos que lucían la insignia rogigualda y el eslogan gubernamental y aquellos que no lo hicimos por dignidad y coherencia con nustras ideas.

En España no hay ninguna insignia que nos represente a todos, ni siquiera en aquella noche lluviosa de duelo.

Así las cosas la memoria de las vístimas quedo manchada por los insultos de unos y de otros y por la fractura social, que de hecho, reina en nuestro país y que 30 años de postdictadura o de democracia no han sido capaces de cerrar.

Siento veguenza propia y ajena, por no haber sido capaces de dar una respuesta unida a nuestros caídos.

In Memoriam.