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Quién me mandó venir aquí

Hinduísmo, Romanticismo y la Europa de las Revoluciones

Antes de entrar en materia, he de poner en vuestro conocimiento que puede que caiga algún mito (provocando en vosotros una profunda crisis existencial) y lo que es aún peor, pienso ser capaz de poner en relación los tres elementos que aparecen en el título. También va a resultar un texto con toda probabilidad infumable.
Una vez aclaradas estas cuestiones, este post que una vez más nadie leerá ( con la consiguiente merma en vuestras oportunidades de adquirir el único y verdadero saber) pretende cerrar un ciclo. Así, espero que queden claros esos dos extractos de la Brihad-Aranyaka Uphanisad que he puesto y algunas otras referencias al Romanticismo que creo recordar he hecho en algún post anterior (en efecto, ni yo mismo me leo). En cualquier caso si no os queda nada claro no lo achaqueis a mi incapacidad comunicativa sino a vuestra incapacidad comprensiva. Sin más rodeos, pasemos al tema:

Por todos es conocido que varios pensadores decimonónicos de peso miraron hacia La India y su pensamiento. El propio Schopenhauer se inspiró hasta tal punto en él que su pensamiento parece en ocasiones un revival del Budismo. Será el Romanticismo con sus tendencias escapistas y su gusto por lo exótico el principal recuperador del pensamiento Indio para Occidente por primera vez en muchos, muchísimos siglos. No se puede menospreciar la importancia de La India en muchos de los elementos fundacionales de la Europa Contemporánea, que no empieza con el ridículo imperialismo bonapartista como hasta ahora nos han hecho creer los franceses, sino que si acaso empieza a formarse a partir de ese momento, o más probablemente a partir de la derrota del amigo Napoleón, que como todo el mundo sabe (menos los franceses) comenzó en España. En todo caso también es conocida la aportación española al movimiento liberal, que vienen a resumirse en unos cuantos golpes bastante chapuceros y una nula creación intelectual. Pero volviendo al tema central, es precisamente esta Europa convulsa de este a oeste, de Lisboa a Varsovia por lo menos (el caso ruso es más complicado), el lugar más idoneo para recibir las ideas motoras del pensamiento indio. Y no es casualidad que coincida en el tiempo con una nueva ávidez por los textos clásicos, que hasta el expoliador Schlieman dijo haber encontrado Troya gracias a la Iliada. Y es que frente a lo que venden los cristianos, el pensamiento que ha hecho a Europa grande (o criminal, según se mire) viene más entroncado en el pensamiento clásico y, me atrevo a decir con total desconocimiento de causa, especialmente en sus raíces presocráticas, que en el ¿pensamiento? cristiano, y mucho menos en el de Cristo, que no tiene sentido para los
pueblos del Imperio hasta que Saulo de Tarso se lo adapta, inventado así la OPA hostil (aprovecho la ocasión para recomendar la lectura de los evangelios apócrifos).No es casualidad porque el pensamiento presocrático y el pensamiento indio, sobre todo en sus momentos coetáneos, están sorprendentemente próximos. Coincide todo esto con una gran expansión colonial de las naciones que se quedaron en lista de espera en el siglo XVI, o que perdieron humillantemente lo conseguido tras la rebelión de una panda de colonos. Uno de lo factores positivos que se le puede sacar a este fenómeno, y no son muchos, es la entrada en contacto con nuevas culturas, al menos una aproximación mucho más estrecha, por parte de unos europeos hartos de Europa en muchos casos. Por tanto la situación en la que estamos es en la de una falta de identificación con el pensamiento ilustrado por parte de sus hijos, y un total rechazo al pensamiento anterior a la Ilustración. Se puede decir que es el renacer de Dionisos ante el dominio apolíneo de la Ilustración y su versión artística, el Neoclasicismo. Se manifiesta esto en todos los campos, la arquitectura eclecticista, la literatura, la ciencia incluso, y como no, el pensamiento. En este panorama, traen los indólogos a Europa los textos del Rig-Veda, el Mahabharatta, el Ramayana, las interesantísmas Uphanisad, los sutras budistas... en los que la intelectualidad europea encuentra esa vivacidad que tanto está deseando, sensualidad, "pavor y temblor" si quereis. Una salida por fin al estilo cadavérico de los abuelos. Sí ese estilo que hemos recuperado en la segunda mitad del siglo XX en nombre de un supuesto espíritu científico que a mi jucio nada tiene que ver con la ciencia, pero eso es otro tema. Pero además de esa vivacidad que tan bien sabrán imitar Kirkegaard o Nietzsche, puede que Novalis (os lo diré cuando sea capaz de leerlo en alemán) y sin duda, ya fuera del XIX, mi muy querido Cioran (desgracia que escribiese en Francia, donde jamás han entendido un ápice de lo que quiso decir). La idea, desde mi punto de vista, se pude resumir en pares de contrarios, a saber, frente a la sobriedad, humor; frente a la "terribilitá", cinismo; frente a la pedagogía, ambigüedad.(cierto, no son exactamente contrarios, pero quién es exacto)Pero además de lo puramente "sentimental" el pensamiento indio está hablando de otra cosa más importante, del individuo, del Yo, de su relación con lo exterior, de la forma de paliar el sufrimiento, de las grandes preocupaciones, en definitiva, de un mundo en radical transformación. La anomia social, ese gran motor de la historia, la incapacidad de identificación con un mundo que va demasiado deprisa, en busca de un asidero, que no puede ser permanente, cuando ya nada lo es, que no puede encontrar la transcendencia buscando fuera, porque el humo de las chimeneas de las fábricas ya no deja ver el cielo, una solución pues, la transcendecnia a través de la inmanencia, o quizá la inmanencia sin transcendencia, en esto, por una vez, os dejaré libertad para pensar lo que querais. También incumbe a uno de los problemas que empieza a crear la proliferación de descubrimientos científicos, un mundo cada vez más variado e inaprensible. Efectivamente los textos indios hablan de la viriedad y la unidad, o de la unidad en la variedad: "En verdad todo en este mundo es Brahmán, del que procede, sin el que será disuelto, y con el que se alienta. Sereno, el hombre puede meditar en él" Pero no todo es respuesta, no es la uniformidad cristiana, queda también el lugar para la duda, no la duda sobre la divinidad, si no la duda que está en el propio yo (atma), que no es entidad diferente al todo (brahma), quizá sea la respuesta insondable del propio límite del individuo "en el castillo de Brahma hay un estanque, en el estanque hay una flor de loto, en la flor hay una estancia, ese es el misterio que has de desvelar". En definitiva, el río fluye, inevitablemente, y fluye porque es la anturaleza del río fluir, o por que la casualidad lo ha querido así, por tanto la única pregunta no está en el río, sino en ti mismo, en la naturaleza misma de la pregunta está la respuesta. De esta forma tiene cierto sentido esa expresión italiana que me dijo una amiga "el mundo es bello porque es variado" (si mal no recuerdo, aunque originalmente era evidentemente en italiano, siento la falta de fidelidad). En definitva aparece una vía a seguir por el individuo que no ha de ser necesariamente religiosa, pues dentro del propio pensamiento indio hay escuelas que llegan al ateísmo, siendo la más famosa la budista. Tampo es una opción única, desde el canto más grandioso a la realización del yo por todos los medios, hasta el calmo murmullo que habla de la renuncia a los bienes de esta vida. Quizá lo que no le falte sea un cierto toque de misticismo, pero el que esté libre de misticismo que arroje la primera piedra.

PDTA: Si alguien osa afirmar que se lo ha leído entero y además lo ha comprendido, tendrá que presentar mañana a primera hora un resumen y un cometario de texto. El que no lo haga que se de por suspenso.

2 comentarios

Miguel -

A ver si aprendemos y me fustigais un poquito más. Por lo demás, totalmente en desacuerdo menos en lo de borde repelente.

Olga -

Si ya te puede parecer soberbio que una persona dedique un blog a instruir a los demás (el tuyo puede dar esa impresión). Más soberbio aún es decir que no se tiene esa intención cuando se tiene. Eres un borde repelente, pero lees libros que yo no leo y está interesante escucharte.