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Quién me mandó venir aquí

Cinccinato es Alcibiades

Evidentemente aquel señor del bigote que fue descabalgado del poder por esa democracia que tanto decía defender no goza de los atributos físicos e intelectuales que las fuentres atribuyen a Alcibiades. Si así fuera, sin duda no estariamos hablando de un político español. Pero en vez de retirarse con la honorabilidad de cinccinato como decía pretender, este señor se ha retirado con la infamia y la vileza de Alcibiades. Alcibiades, otro que decía defender la democracia, se retiró de Atenas apresuradamente entre el odio generalizado después de haber protagonizado algunos espisodios comprometesores en politica exterior e interior. No tuvo mejor idea que retirarse al campo enemigo, a la pérfida Esparta (tan admirada por los padres de la patria americana, no lo olvidemos), que a la sazón ordenaba sus falanges contra Atenas. Acabando de igual manera apestado en Esparta, pues su ambición sin límites y ciertos lios con la mujer de uno de los reyes, le impedían vivir fuera de intrigas y conspiraciones. En un golpe de efecto que sólo un personaje destinado a pasar a la historia podría haber hecho, nuestro Alcibiades se fue con el´único enemigo aun peor que podía encontrar, el imperio Persa.
Nuestro contemporáneo, obligado a guardar silencio en su país por presiones de sus propios compañeros de partido, según parece, y gozando d euna imagen pública en general bastante deteriorada, es hoy un lenguaraz consejero en la corte del césar. Aunque se sueña Rex Romanorum, no es más que un oportuno perro de presa destinada a ladrar de cara a los asuntos de ese granito de arena que se le antoja montaña del futuro a los emperadores...la vieja Europa y su proceso, extraño pero existente, de construcción. Como buen expresidente de España, como buen lider de las masas patrias en su día, acostumbrado a los baños de multitudes como le pasó a su predecesor, hoy, en la derrota, se ahoga en un baño de resentimiento que se convierte en veneno viperino, veneno susurrado al oido del emperador contra su propio país. Teniendo en cuenta la catadura moral y la idea de servicio a la nación que tienen el 99 % de los políticos españoles, por no hablar de su facilidad para juguetear con la palabra patria, no creo equivocarme si veo su mano detrás de ciertas afirmaciones que he encontrado por la prensa americana a propósito de España. Se habla e los desaires de España, pero evidentemente olvidan los suyos y obvian la política interna del país y su funcionamiento. A ellos sólo les importa si un pais les sirve o no. Se habla del nuevo apoyo a Marruecos, "enemigo en todos los supuestos de guerra para España", lo cual es claramente una amenaza, y se habla de cuatro años oscuros y situación de inestabilidad que podría llevar a unas elecciones anticipadas. Es decir, se está diciendo que harán todo lo que esté en su mano para desestabilizar el país, provocar la caída del gobierno legítimo elegido por el pueblo soberano y reinstaurar a sus títeres en el poder. Viva las bombas de la libertad y los sagrados principios de la república americana. Bien es sabido mi poca simpatia hacia el inepto ZP, que además no deja de sorprenderme con sus politicas disparatadas y los amigos que va haciendo por el mundo, pero más despreciable me parece aún la presencia activa de un expresidente de la nación en lo que me suena a conspiración contra la mi país y su soberanía. En toda spartes cuecen habas, y más si estas son para recuperar el poder. Sólo espero las muestras de apoyo de nuestros vecinos, sobre todo de esta otra república lumonosa que nos acoge y que tan enfrente de los Estados Unidos dice estar.

Nota: Junot marchaba a caballo al frente de los 70000 hombres destinados a someter Andalucia a la autoridad de José Bonaparte. Poco tiempo antes había estallado la rebelión por toda la península. Bajo el sol, por el polvoriento camino, un campesino se cruzo con al columna. Junot le demandó información, tanto para aprovisionarse como sobre los movimientos de las partidas guerrilleras. el campesino se negó a darla, con lo que Dupont le recordó la autoridad francesa y del rey José I. Entonces el campesino le dijo aquello tan fomoso de "vuestro sólo es el suelo que pisais", "pero la guerra será larga y sangrienta para vosotros, tardariais al menos 10 años en expulsarnos" "ocho siglos tardamos en derrotar a los moros" respondió el campesino, y continuó su camino. Más o menos así era la historieta que en el pentágono no conocen.

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